La fotografía documental y su percepción mediática de la realidad en el Mundo entero.
martes, 11 de agosto de 2015
lunes, 27 de julio de 2015
La realidad Modelizada
Existen diversas
formas de modelización concretamente tres: la modelización representativa, la
simbólica y la convencional. Pues, la existencia de estas tres formas de
modelización no implica, sin embargo, considerar tres clases distintas de
imágenes, más bien habría que hablar de tres funciones modelizadoras, en aras
de una mayor claridad, simplemente, de tres funciones icónicas. Además, es
frecuente que una misma imagen cumpla, al mismo tiempo, más de una función, por
lo que es recomendable utilizar el término de función icónica dominante al
referirse a la forma de modelización más clara que la imagen haga de la
realidad.
Vemos entonces
que la conceptualización de cada una de estas tres funciones icónicas ha de
hacerse, como es obvio, desde la
confrontación entre la realidad y la imagen que la modeliza: en este sentido,
conviene advertir que no se debe reducir tal confrontación a una mera
diferencia en cuanto al nivel de realidad
entre una y otra, aunque este sea una de las variables que ha de
servirnos para establecer las diferencias entre la función representativa y la
simbólica.
Entonces tenemos
que una modelización representativa es si la imagen que sustituye a forma
analógica: entre la imagen y la realidad existe una correspondencia estructural
que puede ser viable en cuanto a la iconicidad.
Asimismo, las
representaciones modelizan la realidad restituyendo sólo algunas
características visuales pertinentes de dicha realidad. Esto quiere decir que
una representación medianamente abstracta sea completada por el observador
hasta llegar a una copia mimética.
El observador
infiere la realidad a partir de unos rasgos pertinentes y genéricos, que son
los que la representación le ofrece. Así vemos, que en una caricatura, el proceso de conexión con la realidad no
tiene por que devolver a un tamańo natural la nariz del personaje
caricaturizado. La representación en este caso, gracias a esa capacidad
abstractiva de la imagen nos facilita esa captación "inteligente" de
la realidad, discriminándola.
Con relación a la
modelización simbólica implica una transferencia de la imagen visual, de un
significado simbólica: La
Paloma = la paz. En este caso una imagen le ha otorgado una
configuración visual particular a un hecho abstracto. Es evidente que cualquier
imagen puede actuar como un símbolo, para
que esto suceda sólo es necesario un acuerdo colectivo en tal sentido. Si
esto es así, la imagen deja por cuenta del usuario el esfuerzo de llevar a cabo
la abstracción.
Finalmente, la
relación entre el símbolo icónico y la realidad se caracteriza por poseer aquél
un grado de abstracción menor que su
referente simbólico. El concepto de paz hemos visto que es abstracto o, al
menos, no se puede identificar con una configuración visual particular; el
símbolo visual que lo visualiza - la paloma- o cualquier otra convención
colectiva, posee una menos abstracción que tal concepto, ya que por tratarse de
una imagen hay que relacionarla con su referente en la realidad: una paloma
genérica.
En las imágenes
que se cumple una función simbólica,
existe un doble referente: uno figurativo y otro simbólico. Dichas imágenes
actúan en primer lugar como representaciones y en última instancia como
símbolos. En la modelización convencional la imagen funciona como un signo no
analógico. A diferencia de las representaciones o los símbolos; estos signos no
poseen relación alguna con la realidad, al menos visualmente. Estos hacen
referencia a un contenido particular o a un objeto, sin reflejar sus
características sensibles: son en este sentido , arbitrarios.
La modelización Iconica de la realidad
Toda imagen posee
un referente en la realidad independientemente de cual sea su grado de
iconicidad, su naturaleza o el medio que la produce. Incluso las imágenes que surgen del nivel de lo
imaginario, mantienen con la realidad nexos, que a veces son mas sólidos de lo
que una primera lectura hiciera suponer.
Asi apreciamos
que todo proceso de sintesis visual es posible a partir de un buen número de
conceptos visuales que el sujeto ha ido extrayendo de su entorno real desde los
primeros estados de su desarrollo cognitivo. Sin embargo, la idea de que toda
imagen tiene su origen en lo real, puede resultar engańosa si se utiliza como
pretexto para reducir una de las característica más importantes de la
naturaleza icónica, la modelización de la realidad que supone dicha imagen a una
simple escala que indique el grado de correspondencia entre una y otra .
Las imágenes
constituyen modelos de realidad del mismo modo que la música o la literatura.
Sin embargo, la diferencia entre las tres manifestaciones radica en la
naturaleza de los procesos modelizadores.
La percepción y
la representación visual es responsable de la modelización icónica, se basan en
una serie de mecanismo sui generis que confieren a la imagen esa especificidad
que la caracteriza y distingue de otro tipo de productos comunicativos.
De su análisis
visual de la realidad, el emisor extrae un esquema preiconico que recoge los rasgos estructurales mas relevanates del objeto de la
representación. Esto es posible gracias a los mecanismos mentales
de la percepción capaces de llevar a
cabo operaciones de selección, abstracción y sintesis que permiten
extraer de la realidad los elementos o rasgos pertinentes de acuerdo con la
intencionalidad de dicho emisor.
Por ello, este
esquema preicónico supone, de alguna manera, el princio de representación, cuyo
proceso ha de culminar en la materialización de la imagen. La estructura de tal
esquema está íntimamente relacionada con los primeros apuntes de composición
que la mayoría de pintores utilizan para iniciar una obra, o escojen ese encuadre
imaginario que el fotógrafo busca para crear las relaciones plásticas acordes
con sus objetivos.
De ahí, que entre
las imágenes materializadas y dicho esquema preicónico existen diversos grados
de identidad, pero aún en la obras muy elaboradas y que han sufrido grandes
modificaciones, si un observador perspicaz pudiese asomarse primero al cerebro
y después por encima del hombro del pintor, sin duda observaría que tales
modificaciones no afectan generalmente a la estructura primaria de la obra,
sino mas bien, a determinados factores de composición tendientes a conseguir un
enunciado visual mas claro o identificado con el objetivo del artista.
Por ello, los
primeros apuntes de composición de un cuadro o la operación de encuadrar un
objeto con una cámara, es lo que mas parece a ese esquema preicónico, resultado
de la percepción de la realidad y que constituye la primera modelización de la
misma.
Por ello, tenemos
que en el proceso global supone una abstracción por parte del emisor icónico,
al seleccionar unos elementos plásticos que deberán ejercer el papel de los
elementos reales. Este proceso abstractivo supone la segunda modelización y es
mas evidente, incluso, que la primera, ya que siempre que en una imagen fija se
represente una estructura especial, mediante el concurso de determinados
elementos icónicos, la característica fundamental del espacio real, su
profunidad, se halla abstraída.
Asimismo, en esta
segunda operación modelizadora a través de la representación es posible gracias
a que la imagen posee equivalentes estructurales de cualquier situación de la
realidad.. No sólo los elementos icónicos son
modelizaciones de los elementos reales que sustituye, sino que, además,
las relaciones de orden que imperan en el tiempo y espacio de la realidad pueden
ser traducidas mediante relaciones de orden visual, haciendo posible una
representación inalterada de las
estructuras sensibles de la realidad.
En fin, todo comienza por la percepción. El
observador conceptualiza la imagen, en cuyo caso se produce una conexión con la
realidad objetiva mediante un mecanismo similar al feedback y en el que se
puede producir, incluso, una transferencia de la imagen a la realidad o que
siendo imposible la conceptualización (casi siempre porque la imagen posea un
elevado nivel de abstracción o porque ésta sea arbitraria o fruto de una
convención), se interrumpa esta conexión última con dicha realidad.
La Naturaleza de la Imagen
La imagen como
representación es la conceptualización mas cotidiana que poseemos y, quizás por
ello, se reduce este fenómeno a unas cuantas manifestaciones. De ahí, que el
concepto de imagen comprende otros ámbitos que van más alla de los productos de
la comunicación visual y del arte; implica también procesos como el
pensamiento, la percepción, la memoria, en suma, la conducta. Es, por tanto, un
concepto más amplio que el de la representación icónica.
En que se diferencia
una foto de un niño, la imagen natural que del mismo obtenemos mediante la
percepción directa, el recuerdo de su fisonomía cuando está ausente, un retrato suyo, o sus movimientos
grabados en un video
Existen múltiples
hechos capaces de diferenciar estas cinco manifestaciones icónicas. Uno de
ellos es la naturaleza del soporte: en el primer
caso es fotoquímico, la retina cumple esta función en el segundo, este
no existe en el tercer ejemplo, el lienzo es el soporte del retrato, y
una cinta magnética el del último supuesto.
Veamos como una
sola característica es suficiente para distinguir unos ejemplos de otros, e
incluso podría formularse una clasificación de las imágenes en función del
soporte que las contiene: la primera y la última serían registradas, la segunda
natural, la tercera mental y la cuarta creada. Diferenciar unas imágenes de
otras no es complicado, y definirlas una
vez que están homogeneizadas (por un código) en un grupo en función de algún
criterio de pertinencia (en el caso el soporte), resulta, asimismo, fácil. El
problema, como decía al principio, es definir la imagen genéricamente.
¿Qué tienen en
común las imágenes que he utilizado como ejemplo?
Además del
referente, que en este caso es lo que menos importa, todas ellas poseen una
misma naturaleza., existen en la imagen tres hechos irreductibles: una
selección de la realidad, unos elementos configurantes, y una sintáxis,
entendida esta como una manifestación de orden. Todo fenómeno que admita
reducirse de esta manera, sin alterar su naturaleza, puede considerarse una
imagen.
Por último, el estudio de su naturaleza puede
recurrirse a dos grandes procesos: la percepción y la representación. Del primero
de ellos dependen todos los mecanismos de selección de la realidad; la
representación supone, a su vez, la explicitación de una forma particular de tal realiad, un aspecto de la
misma.
La teoría de la Imagen
La función más
objetiva de la comunicación es trasmitir "imágenes". La ilustración
de un texto a partir de imágenes, el papel de la fotografía como vía para
conocer el mundo social que nos rodea, la nueva imagen científica, que cambia
la idea tradicional de la realización
fotográfica, por una visualización temática del mundo, el concepto de imagen
sonora que completa o reemplaza la percepción visual en el medio ambiente y
constituye un todo en si misma.
Ahora bien, si se
acepta que la comunicación es la transferencia, mediante canales naturales o
artificiales, de un fragmento del mundo situado en un lugar y en una época
determinada hacia otro lugar y otra época, para influir en el desarrollo de los
comportamientos del ser u organismo receptor, entonces es legítimo afirmar que
la función de la comunicación es trasmitir lo que en términos generales
llamaremos imágenes de un lugar del mundo a otro lugar de este. Esta idea de
comunicación designa con el nombre de imagen a un sistema de datos sensoriales
estructurados, que son producto de una misma "escena".
Esta aceptación
de la palabra imagen es un reencuentro - a través de la renovación que le ha
dado la comunicación técnica- con la noción de Imago de la filosofía, que es
esencialmente un conjunto de causas de percepción sensorial que se traducirá
más tarde en lo que los platónicos llamarían el Icono, la "imagen
material" que permite al receptor o al espectador considerar, en su
conciencia, un aspecto del mundo que le es próximo o lejano, pero que en
cualquier caso no está "aquí" sino en otra parte"
La imagen es una
cosa material: es un documento de papel o un conjunto de seńales eléctricas; la
imagen es, pues, objetiva en el sentido de que este objeto particular es
siempre accesible a un observador cualquiera que puede captarla: ya sea que
este se convierta en testigo del acto del emisor que lo crea, que se inserte subrepticiamente
en el canal en que se transfiere con (o sin) el consentimiento del emisor, o
que analice los comportamientos del receptor ante el grupo de estímulos
conformados por la imagen
Lo que podemos extraer de estas definiciones es que
hay un número considerable de imágenes diferentes de las visuales; si
efecticvamente filósofos y psicológos resienten la necesidad de especificar
imágenes visuales, es debido a que implican la existencia de otras
"imágenes" que no son visuales.
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