Toda imagen posee
un referente en la realidad independientemente de cual sea su grado de
iconicidad, su naturaleza o el medio que la produce. Incluso las imágenes que surgen del nivel de lo
imaginario, mantienen con la realidad nexos, que a veces son mas sólidos de lo
que una primera lectura hiciera suponer.
Asi apreciamos
que todo proceso de sintesis visual es posible a partir de un buen número de
conceptos visuales que el sujeto ha ido extrayendo de su entorno real desde los
primeros estados de su desarrollo cognitivo. Sin embargo, la idea de que toda
imagen tiene su origen en lo real, puede resultar engańosa si se utiliza como
pretexto para reducir una de las característica más importantes de la
naturaleza icónica, la modelización de la realidad que supone dicha imagen a una
simple escala que indique el grado de correspondencia entre una y otra .
Las imágenes
constituyen modelos de realidad del mismo modo que la música o la literatura.
Sin embargo, la diferencia entre las tres manifestaciones radica en la
naturaleza de los procesos modelizadores.
La percepción y
la representación visual es responsable de la modelización icónica, se basan en
una serie de mecanismo sui generis que confieren a la imagen esa especificidad
que la caracteriza y distingue de otro tipo de productos comunicativos.
De su análisis
visual de la realidad, el emisor extrae un esquema preiconico que recoge los rasgos estructurales mas relevanates del objeto de la
representación. Esto es posible gracias a los mecanismos mentales
de la percepción capaces de llevar a
cabo operaciones de selección, abstracción y sintesis que permiten
extraer de la realidad los elementos o rasgos pertinentes de acuerdo con la
intencionalidad de dicho emisor.
Por ello, este
esquema preicónico supone, de alguna manera, el princio de representación, cuyo
proceso ha de culminar en la materialización de la imagen. La estructura de tal
esquema está íntimamente relacionada con los primeros apuntes de composición
que la mayoría de pintores utilizan para iniciar una obra, o escojen ese encuadre
imaginario que el fotógrafo busca para crear las relaciones plásticas acordes
con sus objetivos.
De ahí, que entre
las imágenes materializadas y dicho esquema preicónico existen diversos grados
de identidad, pero aún en la obras muy elaboradas y que han sufrido grandes
modificaciones, si un observador perspicaz pudiese asomarse primero al cerebro
y después por encima del hombro del pintor, sin duda observaría que tales
modificaciones no afectan generalmente a la estructura primaria de la obra,
sino mas bien, a determinados factores de composición tendientes a conseguir un
enunciado visual mas claro o identificado con el objetivo del artista.
Por ello, los
primeros apuntes de composición de un cuadro o la operación de encuadrar un
objeto con una cámara, es lo que mas parece a ese esquema preicónico, resultado
de la percepción de la realidad y que constituye la primera modelización de la
misma.
Por ello, tenemos
que en el proceso global supone una abstracción por parte del emisor icónico,
al seleccionar unos elementos plásticos que deberán ejercer el papel de los
elementos reales. Este proceso abstractivo supone la segunda modelización y es
mas evidente, incluso, que la primera, ya que siempre que en una imagen fija se
represente una estructura especial, mediante el concurso de determinados
elementos icónicos, la característica fundamental del espacio real, su
profunidad, se halla abstraída.
Asimismo, en esta
segunda operación modelizadora a través de la representación es posible gracias
a que la imagen posee equivalentes estructurales de cualquier situación de la
realidad.. No sólo los elementos icónicos son
modelizaciones de los elementos reales que sustituye, sino que, además,
las relaciones de orden que imperan en el tiempo y espacio de la realidad pueden
ser traducidas mediante relaciones de orden visual, haciendo posible una
representación inalterada de las
estructuras sensibles de la realidad.
En fin, todo comienza por la percepción. El
observador conceptualiza la imagen, en cuyo caso se produce una conexión con la
realidad objetiva mediante un mecanismo similar al feedback y en el que se
puede producir, incluso, una transferencia de la imagen a la realidad o que
siendo imposible la conceptualización (casi siempre porque la imagen posea un
elevado nivel de abstracción o porque ésta sea arbitraria o fruto de una
convención), se interrumpa esta conexión última con dicha realidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario